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domingo, 28 de febrero de 2016

Sylvia atricapilla - Curruca capirotada

Una curruca capirotada, hembra, en el Jardín de La Seda (Murcia).
Foto tomada el 22/02/16.

Serinus serinus - Verdecillo

 Uno de los muchos verdecillos que se pueden ver, y sobre todo oír, en los parques y jardines de Murcia en estos momentos.
Fotos tomadas el 22 de febrero de 2016 en el Jardín de la Seda de Murcia.

jueves, 25 de febrero de 2016

Naturaleza Urbana

 
Hola,

Me pongo en contacto con vosotros para preguntar si existe alguna asociación en Murcia en defensa de la biodiversidad en nuestra ciudad. Lo digo porque cada dos por tres van surgiendo temas al respecto y no veo respuesta por parte de los que deberíamos ser los portavoces de esta biodiversidad urbana. La única vez, que recuerde, fue con la denuncia del dragado en el río a su paso por Murcia. Y después, ¡silencio radio! Ninguna respuesta por supuesto de la CHS, ni del Ayuntamiento, ni nueva reclamación/declaración/manifestación por parte de los demandantes.

Este pasado fin de semana, unos 300 piragüistas han invadido el río con gran afluencia de público. Parece ser que la idea es seguir adelante con la práctica, entrenamiento y competiciones en este deporte. Lo mismo pasa con los pescadores que organizan sus cosicas también.



Me sorprende no ver ningún tipo de reacción para parte de la ciudadanía, que debería preocuparse por la avifauna del río (o lo que queda de ella después del dragado). Tengo un amigo que está interesado en el piragüismo que, al comentarle este problema, me dice que tanto él como los organizadores del deporte, están dispuestos a ver la manera de compatibilizar esta actividad con la defensa de la fauna del río. Pero claro si no hay interlocutor… Me preguntan cuando es la época de reproducción de las aves del río. Mis conocimientos se reducen a la observación y fotografía de las aves de la ciudad.



Por eso, creo que no sería mala idea reunirnos para ver la posibilidad de formar un grupo o asociación que haga un seguimiento de las actuaciones del Ayuntamiento y del CHS, que poco a poco sea un interlocutor que proponga actividades, sugerencias, crítica, modificaciones, etc. Hay muchas cosas que se pueden hacer para motivar a la ciudadanía para que conozca y respete su entorno natural, sobre todo con los colegios.



En fin sólo es una sugerencia. A ver que piensa el resto del personal.

Un saludo – Vicente Giménez

pajaricosdemurcia@hotmail.com


martes, 23 de febrero de 2016

Desaparición de un dormidero de lavanderas blancas.

 Hasta hace algo más de una semana, estos arboles pelados eran frondosos y daban una sombra excelente durante nuestros intensos veranos. Están ubicados delante del Hotel NH Amistad. Alguien de golpe ha decidido podarlos severamente. Antes de que esto pasara, las ramas llegaban hasta el segundo piso del hotel.
 No se que tipo de árboles son. Desde luego no parecen que sean de crecimiento rápido como las moreras que pueblan nuestras calles. Me ha molestado mucho esto porque además de su belleza y de la sombra que daban, algunos años servían de dormidero para centenares de lavanderas blancas.

http://pajaricosdemurcia.blogspot.com.es/2012/11/dormidero-de-lavanderas-blancas-en.html
Este es un post mío del 2012. En él se pueden ver dos videos (de mala calidad) donde se ve la frondosidad de los árboles y de las idas y venidas de las lavanderas.
Una pena.

Fotos tomadas el 22/02/16.

Motacilla cinerea - Lavandera cascadeña

 Varias lavanderas cascadeñas en distintos puntos del Jardín de La Seda (Murcia).
Fotos tomadas el 22/02/16.

Conservando la biodiversidad de nuestras ciudades

Artículo publicado el 17/02/16 en el Blog de SEO-Birdlife por Nacho Fernández*.

"Conservando los gorriones cuidamos nuestras ciudades

Siempre que tengo oportunidad, en charlas o presentaciones, lanzo la idea de que la conservación de la biodiversidad en las ciudades es la “última frontera” que nos queda por alcanzar en las políticas de protección de la naturaleza. Resulta paradójico que esa última frontera sea tan cercana, vamos que se encuentra en los lugares en los que vivimos y trabajamos la mayor parte de los habitantes del planeta. Pero por extraño que pueda parecer, la principal batalla para frenar la sexta extinción no tendrá lugar en selvas tropicales lejanas, sino que se librará en las más cercanas junglas de hormigón.

Esta idea la plantearon hace diez años investigadores norteamericanos, en lo que denominaron la “Paradoja de la paloma” (Dunn et al. 2006). Un planteamiento que parte del hecho de que los actuales esfuerzos (políticos y económicos) para detener la pérdida de biodiversidad son claramente insuficientes y que el impulso de las políticas de conservación se deben producir desde una sociedad mayoritariamente urbanita, que en la mayor parte de los casos vive de espaldas a la naturaleza. 

Esto sin duda es un gran problema, ya que numerosos estudios coinciden en señalar que las personas más preocupadas por la pérdida de la biodiversidad son aquellas que han tenido un mayor contacto con la naturaleza a lo largo de su vida. Pero, aunque las ciudades no parecen el escenario más propicio para que surjan ciudadanos comprometidas con la conservación de la naturaleza, no todo está perdido… tenemos a las especies urbanas.

En este sentido la elección del gorrión común como ave del año en 2016 debe suponer un impulso para que desde SEO/BirdLife trabajemos con los ayuntamientos para potenciar las oportunidades de “conocer para conservar” en las ciudades, acercando esa naturaleza urbana, incorporando, acondicionando y gestionando espacios para la biodiversidad en nuestras ciudades e implicando a los vecinos en su conservación.



Involucrar a la población de pueblos y ciudades en la conservación de los gorriones fabricando cajas-nido, respetando los puntos de nidificación en la rehabilitación de edificios, instalando comederos invernales, buscando alternativas ecológicas al uso de pesticidas, reduciendo la frecuencia de siegas en parques y jardines, aplicando medidas correctoras en cristaleras peligrosas … sin duda es una manera de favorecer el contacto directo con la naturaleza, al tiempo que se pueden aportar los conocimientos y despertar la sensibilidad para que estas personas se interesen por el futuro de especies amenazadas que habitan en espacios naturales remotos.

Está claro que no vamos a conservar águilas imperiales, urogallos o sisones en áreas urbanas. Pero su futuro puede depender de que entre todos consigamos una sociedad que se preocupe por la conservación de los gorriones de las ciudades, de que consigamos una sociedad mejor."


* Ignacio C. Fernández Calvo es desde hace diez años técnico de SEO/BirdLife en la Delegación de Cantabria, donde participa en diferentes proyectos orientados a la conservación de la biodiversidad en espacios urbanos y periurbanos.






Gallinula chloropus - Gallineta común

 Me ha sorprendido ver una gallineta común en el estanque grande del Jardínde la Seda (Murcia).
 Es la segunda vez que veo un ejemplar fuera del río. A lo mejor ha decidido huir de la aglomeración de piraguas (300) que este fin de semana han ocupado el río Segura a su paso por Murcia)!
Fotos tomadas el 22/02/15.

Phylloscopus collybita - Mosquitero común

 Uno de los muchos mosquiteros comunes observado revoloteando en los dos estanques del Jardín de La Seda (Murcia).
Fotos tomadas el 22/02/16.

lunes, 22 de febrero de 2016

Trachemis scripta elegans - Galápago de Florida

 No me ha sorprendido ver esta tortuga de Florida - Trachemis scripta elegans - entre los patos azulones en el estanque del Jardín de La Seda (Murcia). Lo que me ha sorprendido es que cada vez hay más. Esta mañana he contado hasta cuatro de gran tamaño. El año pasado en el estanque del Jardín de Fofó conté ocho ejemplares. No se si el Ayuntamiento debería tomar cartas en el asunto y retirarlas, ya que en alguna ocasión se ha podido ver como atacaba a un pollo de pato azulón.
Fotos tomatas el 22/02/16.

Cairina moschata - Pato criollo

 Una hembra de pato criollo con sus pollos, esta mañana en el Jardín de La Seda (Murcia).
Fotos tomadas el 22/02/16.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Aves sin miedo a la jungla de asfalto


Os reboto un artículo escrito por Adeline Marcos en el blog SINC. Aunque data del 2014, sigue siendo interesante para los que seguimos nuestros amigos alados en la ciudad.

“Una gaviota robándole el bocadillo a un transeúnte ya no es una escena fuera de lo común. No lo era en la playa, pero tampoco lo es ahora en la ciudad. Estas aves proliferan en busca de comida y se atreven con maña a adentrarse en nuestro mundo cotidiano, hasta el punto que ciudades como Vigo han puesto en marcha planes de actuación con las colonias de gaviotas. Pero no todos los pájaros muestran tanta picardía.
El crecimiento de las ciudades supone un cambio de hábitat drástico para todas las especies y es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad. Tanto es así que el número de aves que se pierden en el proceso de urbanización es mucho mayor que el de las que logran adaptarse.
“La biodiversidad de las urbes es mucho más baja que la de las zonas rurales o la periferia. Por esa razón, hay un grupo muy grande de especies que no son capaces de adaptarse a las ciudades”, indica a Sinc Martina Carrete, investigadora en la Estación Biológica de Doñana (CSIC) y una de las ponentes ayer del XXII Congreso Español de Ornitología organizado por SEO/BirdLife.
Pero mientras algunas se extinguen de forma local, otras se adaptan tan bien que se apropian de su nuevo entorno. Es el caso de las gaviotas y del gorrión común (Passer domesticus), paradigma de la adaptación, que convive con el ser humano desde hace unos 10.000 años y cuya supervivencia depende exclusivamente de la presencia del hombre.
Para esta y otras especies de aves como los mirlos, los carboneros o los verdecillos, la ciudad ofrece más ventajas que inconvenientes: menos predadores con alas, temperaturas más altas, luz artificial, y mayores cantidades de alimento, entre otros. “Lo que favorece la adaptación a la vida urbana es la alta tolerancia a la presencia del hombre”, dice a Sinc Joan Carles Senar, jefe de investigación en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona (CSIC). 

En muchos casos, adaptarse supone adquirir nuevas conductas, cada vez más estudiadas por los científicos. Ejemplo de ello son algunos carboneros comunes (Parus major) de Reino Unido que han aprendido a quitar la tapa de aluminio de las botellas de leche que los repartidores depositan cada mañana delante de la puerta de cada casa para beber la capa de nata de la parte superior.
“Vivir en la ciudad implica tener acceso a unos alimentos que no están disponibles en el campo”, dice Carrete, que recibió el pasado 6 de diciembre durante el congreso de SEO/BirdLife el Premio Francisco Bernis a la investigación. En nuestro país, las urracas (Pica pica) abren las hueveras de cartón que también se dejan delante de las casas.
Otro ejemplo se produce en Nueva Zelanda, donde algunos gorriones han aprendido a abrir las puertas automáticas de algunas cafeterías para aprovechar las migas y los restos que dejan los humanos. Lo consiguen revoloteando frente a los emisores de infrarrojos que controlan las puertas.
Esta capacidad de adaptación no solo ocurre con la alimentación. La luz casi permanente de la ciudad también juega a su favor. Aves típicamente diurnas aprenden a usar el alumbrado público para alargar su periodo de actividad.
Además, al ser la ciudad más cálida, la fisiología reproductiva de algunas aves se adecua cambiando la época de reproducción, el número de puestas o la cantidad de huevos.
El encendido y apagado del alumbrado público en Moscú también sirve de señal sincronizadora para las cornejas negras (Corvus corone) que salen cada mañana en masa hacia los dormideros o que empiezan su dispersión matutina por la ciudad.
A la luz se suma el ruido urbano. “Las aves cantan más fuerte o a una frecuencia más elevada, de forma que el canto se solapa menos con el ruido de fondo”, señala a Sinc Diego Gil, investigador en el departamento de Ecología Evolutiva del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) de Madrid. Otro estudio, liderado por Gil, muestra que las aves se adelantan a la hora punta, cantando a horas más tempranas en lugares de ruido, como los aeropuertos.
Las aves también utilizan nuevos lugares de nidificación en la ciudad. “Muchas especies crían en los tejados, lo que les permite reducir los riesgos de depredación que tenían antes al criar en zonas rurales en rocas, por ejemplo”, explica Carrete.

Existen diferentes casos de adaptación pero todos coinciden en una cosa: perder el miedo al ser humano es el primer paso para conseguir adaptarse. Y no resulta difícil ya que los individuos salvajes tienen una capacidad “casi infinita” –dice la investigadora– de adaptarse al hombre a través de una flexibilización en su comportamiento.
“Las aves en las ciudades han aprendido que los humanos no suelen ser predadores directos, y disminuyen su distancia de huida (a partir de la cual empiezan a huir)”, declara Gil. En medio urbano, el mirlo común (Turdus merula) o la corneja permiten que una persona se acerque a ellos a una distancia de dos o tres metros. Sin embargo, “en su medio natural, a los 30 o 50 metros ya empiezan a huir”, añade Senar.
Una de las formas de medir el temor hacia el hombre es estudiar la respuesta al estrés asociado a los medios urbanos. Un tema que no ha estado exento de controversia ya que hasta ahora se pensaba que las aves urbanitas sufrían más estrés. Una investigación realizada por Carrete y su equipo, y presentada durante el congreso, demuestra que aves rurales y urbanas no muestran diferencias en su nivel de estrés.
El trabajo basado en una población de mochuelo de madriguera (Athene cunicularia) que lleva más de 20 años en la zonas urbanas de Bahía Blanca en Argentina, sugiere que los medios urbanos y rurales no difieren en su calidad. “Los individuos que los ocupan no ven las diferencias. Cada individuo está donde tiene que estar”, subraya la investigadora que midió el estrés de los pájaros de manera pasiva, sin tocarlos.
Pero la mejor prueba de adaptación a la vida urbana es la diferenciación genética que se produce entre las poblaciones urbanas y las rurales. Otro estudio, liderado por la investigadora del CSIC y también pendiente de publicación, muestra que existen diferencias genéticas muy sutiles en los mochuelos. “Las poblaciones rurales y urbanas tienden a diferenciarse a largo plazo debido a que no hay un flujo aleatorio de individuos entre zonas rurales y urbanas”, asevera Carrete.
Experimentos anteriores realizados con mirlos urbanos y salvajes demostró que los de ciudad poseían características heredables para adaptarse mejor y más rápido a la urbe. Según Carrete, “la presión humana –que es máxima en las zonas urbanas– produce más que un acostumbramiento, un proceso de selección donde sobreviven los individuos que tienen unas características que les permitan vivir ahí”.

Como la ciudad supone un filtro para muchas especies, “solo algunas aves con unas características determinadas pueden pasar por ese filtro”, señala Diego Gil quien añade que las especies de aves que consiguen sobrevivir en la ciudad no son una muestra aleatoria de las que existen en el campo.
Un estudio, publicado en 2014 en la revista Ecology and Evolution y liderado por Joan Carles Senar, analizó 171 carboneros macho que habitaban Barcelona y 324 de un bosque cercano. El trabajo, realizado de 1992 a 2008, demuestra que en el bosque la selección natural favorece a los individuos que tienen mayores corbatas (mancha negra en el pecho), mientras que en la ciudad, la presión de selección es inversa: los individuos de corbatas pequeñas se ven favorecidos.
“Esto lo relacionamos con la personalidad de los individuos, ya que la corbata se correlaciona con esta, de manera que los individuos urbanos, aunque son más exploradores que los del bosque, son también mucho más precavidos”, revela Senar.
Las diferencias entre individuos rurales y urbanitas de una misma especie dependen también del acceso a la alimentación. En un lugar donde los recursos son abundantes, muchas aves deciden quedarse en la ciudad. Es el caso de las cigüeñas del sur de España o de los jilgueros americanos en Canadá, que se han hecho sedentarios y ya no migran, “pues la gente les proporciona alimento que les permite quedarse”, dice el investigador catalán.
Pero en la ciudad no es oro todo lo que reluce. La comida es en general de peor calidad, la contaminación química, acústica, y lumínica entorpece a veces su existencia y los gatos se han convertido en los nuevos depredadores. A pesar de ello, las técnicas de colonización y adaptación contemporánea se perfilan cada vez más y las aves callejeras se amoldan a la vida en la jungla de cemento.”


Llenar de huecos y agujeros parques y edificios se convierte en una interesante medida para la conservación de muchas aves urbanas

Interesante iniciativa en Santander. ¿Cuándo vamos a lanzar una campaña similar en Murcia?

http://www.seo.org/blog/manos-a-la-obra-llenemos-de-huecos-y-agujeros-nuestras-ciudades-por-nacho-fernandez/