"Conservando los gorriones cuidamos nuestras ciudades
Siempre que tengo oportunidad, en
charlas o presentaciones, lanzo la idea de que la conservación de la
biodiversidad en las ciudades es la “última frontera” que nos queda por
alcanzar en las políticas de protección de la naturaleza. Resulta paradójico que
esa última frontera sea tan cercana, vamos que se encuentra en los lugares en
los que vivimos y trabajamos la mayor parte de los habitantes del planeta. Pero
por extraño que pueda parecer, la principal batalla para frenar la sexta
extinción no tendrá lugar en selvas tropicales lejanas, sino que se librará en
las más cercanas junglas de hormigón.
Esta idea la plantearon hace diez
años investigadores norteamericanos, en lo que denominaron la “Paradoja de la
paloma” (Dunn et al. 2006). Un planteamiento que parte del hecho de que
los actuales esfuerzos (políticos y económicos) para detener la pérdida de biodiversidad
son claramente insuficientes y que el impulso de las políticas de conservación
se deben producir desde una sociedad mayoritariamente urbanita, que en la mayor
parte de los casos vive de espaldas a la naturaleza.
Esto sin duda es un gran problema,
ya que numerosos estudios coinciden en señalar que las personas más preocupadas
por la pérdida de la biodiversidad son aquellas que han tenido un mayor
contacto con la naturaleza a lo largo de su vida. Pero, aunque las ciudades no
parecen el escenario más propicio para que surjan ciudadanos comprometidas con
la conservación de la naturaleza, no todo está perdido… tenemos a las especies
urbanas.
En este sentido la elección del
gorrión común como ave del año en 2016 debe suponer un impulso para que desde
SEO/BirdLife trabajemos con los ayuntamientos para potenciar las oportunidades
de “conocer para conservar” en las ciudades, acercando esa naturaleza urbana,
incorporando, acondicionando y gestionando espacios para la biodiversidad en
nuestras ciudades e implicando a los vecinos en su conservación.
Involucrar a la población de pueblos y ciudades en la conservación de los gorriones fabricando cajas-nido, respetando los puntos de nidificación en la rehabilitación de edificios, instalando comederos invernales, buscando alternativas ecológicas al uso de pesticidas, reduciendo la frecuencia de siegas en parques y jardines, aplicando medidas correctoras en cristaleras peligrosas … sin duda es una manera de favorecer el contacto directo con la naturaleza, al tiempo que se pueden aportar los conocimientos y despertar la sensibilidad para que estas personas se interesen por el futuro de especies amenazadas que habitan en espacios naturales remotos.
Está claro que no vamos a conservar
águilas imperiales, urogallos o sisones en áreas urbanas. Pero su futuro puede
depender de que entre todos consigamos una sociedad que se preocupe por la
conservación de los gorriones de las ciudades, de que consigamos una sociedad
mejor."
*
Ignacio C. Fernández Calvo es desde hace diez años técnico de SEO/BirdLife en la Delegación de Cantabria, donde participa en diferentes proyectos orientados a la conservación de la biodiversidad en espacios urbanos y periurbanos.
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